Capítulo 1. AULAS 6

Ser novia de Leo era lo más cursi y empalagoso que te puedas imaginar. Nunca me hubiera imaginado algo así ni en mis más remotos sueños. Si alguien me pronosticará que en el primer día de clases de mi quinto semestre en el Tec iría caminando por los pasillos de aulas 6 para llegar a mi salón y encontraría al amor de mi vida jamás lo hubiera creído. Las ventanas estaban abiertas y antes de entrar miré hacia adentro y lo vi allí sentado en medio del salón con su gorra puesta hacia atrás. No se por qué me quedé viéndolo y en eso volteó. Algo pasó en ese cruce de nuestros ojos, su mirada fuerte sin parpadear me puso nerviosa y seguí caminando para entrar al salón. Normalmente me gustaba sentarme en la segunda fila más ese día mejor me senté a mero adelante. Me puse nerviosa y pensé entre más lejos mejor. Como era el primer día de clases la maestra nos puso a decir nuestro nombre, qué carrera estudiábamos y de dónde veníamos.

 

Empezó la dinámica y siendo de las primeras en la fila con tranquilidad digo “Soy Lida, estudio economía y soy de Monterrey”. Cuando tocó su turno tuve que voltear, no podía aguantarme, al cabo había excusa. Fue cuando dijo “Soy Leo, estudio economía y soy de Sonora”. Esa fue la primera vez que escuché su voz con acento del Norte marcado y un tono que me encantó. Obvio al terminar me echo el ojo como rematando y yo de mil colores me volteo para adelante.

 

En mis adentros estaba emocionada, ni escuché ya bien a los demás, en mi estómago sentía la emoción acumulada y me preguntaba qué me está pasando. Después empecé a calmarme y tratar de escuchar de qué se iba a tratar la clase y cómo íbamos a ser evaluados, más la verdad ya no estaba ni siquiera tantito concentrada ni me entraba la información. Estudiaba la misma carrera que yo y jamás lo había visto antes. Se acabó la clase y guardé mis cosas para irme a la siguiente clase. Tenía que ver mi horario para ver a dónde iba y con eso compre tiempo para que el se pudiera ir antes que yo porque moría de la pena pensando que el sabría todo por lo que en mi mente estaba pasando. Que nunca había visto una mirada tan fuerte y poderosa, que nunca había sentido tanta atracción por alguien que ni siquiera conocía.

 

Al salir ya iba a tarde para llegar a mi próxima clase en aulas 4. Rápido bajé las escaleras pasar por atrás de la alberca e irme corriendo por los jardines hasta llegar a mi próxima clase de Estadística en donde por sorpresa también estaba allí el. Había llegado el momento de que el tronco común se acabara y de toparme con gente de mi carrera. Pero antes de ese momento no me había tocado. Volví a sentir la emocioncilla dentro de mi estómago. Esta vez un poco más cool porque ya conocía gente allí con quien podía platicar y amortiguar la sensación. No habíamos pasado todavía y estando afuera le dije “¡Mira nos tocó otra clase juntos! Oye y de qué parte de Sonora eres?” casual la cosa. Y ya me contesta muy serio “de Obregón” y le contesté “Allí todavía no he ido pero si he ido a Sonora que padre que eres de allá”. Entramos a clase pero ya al menos habíamos cruzado algunas palabras y me quité un poco el nervio.

 

Yo no sé qué pasó a partir de allí pero me lo empecé a topar en todas partes a cada rato. No se si fue la ley de la atracción haciendo de las suyas, más ya poco a poco nos fuimos conociendo más. A mí me encantaba. Al principio yo creo lo mareaba y le salían las palabras como tirabuzón. Luego como que empezó a quitarse la coraza y se soltó un poquito más. Siempre he sido bien platicadora y a Leo le encantaba escuchar. ¡Así que todavía mejor para mí! Se reía de mis ocurrencias y chiflazones. Con eso me hacía el día. De repente solo me hacía ojos de te la bañas pero siempre haciéndome sentir la persona más graciosa del universo. Ni siquiera lo hacía con plan de que le diera risa. Simplemente era yo y así como era yo, lo hacía sonreír.

 

Hay algo que todavía no les cuento. Un semestre antes de que nos empezamos a conocer Leo y yo mi súper amigo Ron me quiso hacer un date con un amigo de él. Ron era el amigo con el que platicaba de todo, cuando lo visitaba siempre iba a asaltarle la alacena y ver qué delicia había hecho Eva la que les ayudaba en casa. A veces había pan de plátano, otras galletas o un pay. Todo mega delicioso. Me gustaba mucho ir a su casa y ver a sus papás reírse siempre de que les decía tíos. No les podía decir por su nombre, ellos no eran de Monterrey, así que solo se reían de tener una “sobrina postiza”. De esas costumbres regias que no podía quitarme. Me encantaba saber que mi tío amaba y disfrutaba a mi tía aún y cuando ella no usaba ni un sartén ni cocinaba. Pensaba para mis adentros, si va a existir para mí alguien que me acepte sin cocinar, hombres así sí existen ¡fiu! Se la pasaban re bien saliendo al cine, a cenar, a pasear, al museo, etc. Eva por mientras se encargaba de todo lo demás y había tanta paz y armonía allí.  Aparte de que nos dejaban ver películas en el cuarto de la tele a todo volumen, nos podíamos carcajear a gusto y hasta siesta nos echábamos. Era mi cuate.

 

A Ron un día se le ocurre hacerme un date con un muy buen amigo de él. Me habla por teléfono a mi casa y me dice que me tiene a la pareja perfecta para mí. Un amigo de el que estudiaba Administración en la UDEM, muy movido que ya estaba trabajando y le gustaba cocinar. Pensé no tenía nada que perder por conocer  a alguien más. Al cabo si Ron me lo quería presentar era por algo. Decidí ir entonces a un blind date con Roberto. Llegué a las tortas del Jac and Ray en Vista Hermosa muy arreglada para conocerlo. Nos la pasamos genial. Me reía y me encantaba saber que tenía ya su tiendita de snacks y que el solito hacía todo sin sus papás ya que los dos eran maestros en el ITAM en la ciudad de México. El con dinero ganado de su esfuerzo me invitó la cena y no pasó ni una semana y ya éramos novios.

 

Así que ya se imaginarán la escena. Tenía novio en ese inicio de clases y no podía creer que me estuviera pasando eso a mí. Se me apachurraba el corazón más lo único que tenía para ofrecerle a Leo era una linda amistad y ya. Eso lo sabía el desde un inicio así que todo era claro para el. Con Roberto yo estaba muy contenta me apapachaba mucho, me chuleaba todo el tiempo, me consentía con regalos lindos, me llevaba a cenar, al cine, le gustaba bailar, cantar y era súper agradable. Todo estaba bien excepto que era en extremo celoso. Yo había crecido en un colegio mixto y tenía amigos hombres y estando con el me alejé de todos ellos incluyendo también mis amigas porque eran de la misma bolita. Siempre he sido también muy cariñosa y abrazadora me gustaba saludar a medio mundo y por lo general de una manera muy efusiva.  Estando con él tenía que bajar la mirada para no toparme a nadie. Me empecé sentir un poco atrapada. Todo hombre que me saludara era problema. Veía moros con tranchete con todos aún y cuando le aseguraba que solo eran amigos.  Traté de esconderme un poco del socialito y solo enfocarme en mis estudios, mis amigas y en ser una buena novia.

 

Lo bueno era que tenía oportunidad de sacar mi verdadera personalidad durante mis clases ya que no estaba estudiando en la misma universidad. Así que aprovechaba para poder saludar, conocer gente y socializar lo más que pudiera. Sabía que eso no estaba bien. No podía seguir escondiendo mi esencia por tener un novio muy bueno, trabajador y con todas las características encantadoras. Era esconder una buena parte de mi personalidad y quien era por complacerlo. Si lo quería mucho, veía muchísimas cosas buenas en el, más si me costaba contenerme de mi propia personalidad cuando estaba a su lado.

 

Cuando conocí a Leo no tenía que tapar nada. Sabía que era amiguera, dispersa y ruidosa. Sabía de mis gustos por saludar a mucha gente, de cantar, bailar, actuar, mi emoción de niña con todo lo que me rodeaba. Me conoció tal cual en versión original y no adaptada. Le conté que tenía un novio celoso y que por ningún motivo podía saludarlo a el o a ningún hombre si estaba el cerca. Fue bastante inteligente como para saber cómo acercarse a mí. En la materia de Estadística la cosa se puso ruda. Así que Leo se ofrecía en explicarme con detalle cada cosa que no entendía. Me gustaba tener un amigo de vuelta en mi vida y logré bajar mi emoción con el para verlo tan solo como un compañero de clase con el que me apoyaba y listo.

 

Pasó el tiempo y me empecé a dar cuenta que el fin de semana no la pasaba igual que entre semana. Me vi a mi misma de lunes a viernes siendo una en mi mañana de clases y en los momentos fuera de allí otra persona para poder llevar la fiesta en paz en mi noviazgo. Roberto tenía muy buenas cosas era casi perfecto ya estaba trabajando en su propio negocio excepto por ese pequeño  gran detalle. En cambio Leo tenía beca de excelencia en el Tec, beca de manutención para vivir en una casa de asistencia y apenas le alcanzaba para el mes. Roberto tenía carro me llevaba a pasear, a cenar. Leo en cambio sin carro, ni trabajo más era mi amigo, me ponía atención, me explicaba lo que no entendía en clase y lo más importante es que me aceptaba tal cual.

 

 

 

10 comentarios

  • Quiero saberlo todo haha tqm mi Liz!! Mucho éxito!!!

    Katherine Franco
  • Ya me pique!

    Ana Lucia
  • Y luegooooooo, que pasó?

    Ileana Sánchez
  • Cuéntanos maaas!!!!

    Lorena Y.
  • Estoy picadisima quiero más ..:: felicidades

    Verenisse Aceves

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